Se me ponchó la llanta

20.07.2019

Que me ha llenado de ternura y pensamientos mirar a estos chiquitines atendiendo el camión vulcanizadora de su papá. Con la llanta pinchada me detuve y con un poco de suspicacia accedí a que me ayudarán con mi problema. He de decir que me impresionó el profesionalismo y amabilidad con el que ofrecieron arreglar la llanta pero más que eso, verlos disfrutar lo que hacían. Se estaban divirtiendo, como lo que son, al mismo tiempo que evidenciaban su pericia en la tarea. Sólo solicitaron de mi asistencia para inyectar el parche en la llanta pues requería más presión de la que ellos podrían lograr. La llanta quedó al tiro para mi próximo viaje.

Mirando más allá de las imágenes y ya en marcha a mi destino me recordé que ellos deberían estar jugando y siendo niños, no atendiendo el negocio familiar, solos, al pie de la calle.En México, una realidad normalizada. Un mecanismo de supervivencia familiar tremendamente injusto que niega en esencia el derecho del niño y que deja en claro que nuestro mundo no es uno de oportunidades compartidas y éste, es sólo un cuadro perceptible que lastima la dignidad humana aunque existan implicaciones directas con la cultura o el modus viviendi de las personas.En este pequeño escrito no se va a soluciónar nada de esto y me quedo con algo más valioso y que ya he mencionado en parte y es que la felicidad no está al final del arcoiris, cuando obtienes algo que no tenías sino más bien en apreciar lo que sí tenemos.Así que, se feliz y no te demores más.

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